¿Orar o rezar? La diferencia es explicada en mi novela La comunión de los ángeles. Pero no es necesaria en este momento ni es el motivo de este post.
El hecho es que, quienes en eso creemos de una u otra forma, en muchas ocasiones sentimos necesidad de dirigirnos a alguien por encima de nosotros. A ese sin nombre, forma, género ni mucho menos viciado con las debilidades de los sentimientos humanos; alguien a quien sentimos superior.
A mí no me agradan las defectuosas oraciones establecidas por otros para que las repitamos. Yo prefiero las palabras que salen de mi corazón de acuerdo con el momento.
Quiero compartir el Capítulo 11, al que titulé «Una oración en un negro mausoleo», de mi novela La mina del espíritu errante. Como oración la podría titular «La oración del minero», aunque prefiero no hacerlo porque tiene cabida en cualquier parte. Quizás te pueda servir de algo.
Se trata del rezo que realiza José, después de varios días atrapado en una mina de carbón con un grupo de mineros, ya al límite de sus fuerzas físicas y anímicas, con pocas esperanzas de ser rescatados a tiempo.