Por estos mundos del Internet me he encontrado con consejos literarios para todo, en lo referente a escribir novelas.
—Que si cómo construir buenos personajes.
—Que si cómo desarrollar tramas que atrapen al lector.
—Que si cómo generar intriga y mantenerla.
—Que si cómo finalizar una novela.
—Que si cómo iniciarla.
Muchos de esos consejos no son para echar en saco roto, sino muy de provecho, particularmente para los jóvenes que se inician en el oficio y no han leído lo suficiente y con el necesario espíritu crítico. Otros consejos son para olvidarlos, simplemente.
¿Cómo comenzar a escribir una novela?
Es muy sencillo, aunque de entrada no lo parezca, y es lo que yo voy a desvelar de un solo plumazo.
Consejos de aquí y de allá.
En lo tocante a cómo comenzar a escribir una novela no deja de haber sus decálogos al respecto. (Ahora todo son decálogos, es la moda). Algunos titulan:
«Atrapa a tu lector en las dos primera líneas».
Otros van a las bravas y te amenazan:
«Cómo atrapar a tu lector en los primeros cinco segundos o lo pierdes».
Unos consejos son más profundos y fundamentados, otros son más ligeros e incluso cuestionables. Porque, en este sentido del inicio, es conveniente tener en cuenta el tipo de novela y la trama, ya que ni todas las novelas pueden comenzar de la misma manera ni la técnica de una sirve para aplicar en otras.
¿Cómo afrontar esa intimidante primera página?
¿Cómo comenzar a escribir una novela enfrentado a una página en blanco?
Algunos recomiendan comenzar con un diálogo que suscite el interés.
—Coge mi camello, querida —dijo mi tía Dot, apeándose del animal a su vuelta de misa.
(Las torres de Trebisonda. Rose Macaulay, 1956). Esa frase quedó en boca de los británicos durante años.
—Faysal, este será tu caballo desde hoy.
—Padre, Alí al-‘Azam es el mejor semental de tu establo.
—¿Qué menos podría ser como regalo para el mejor de mis hijos? Tu yegua ya tiene suficientes años y es hora de que la cambies.
(Faysal Al Akram, El jeque. J.A. Díaz, 2014).
Otros recomiendan una escena impactante, quizás de muerte, de guillotinados o ahorcados o una altamente erótica (según sea el género de la novela).
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
(Cien años de soledad. Gabriel García Márquez. 1967).
Se hizo más fuerte la presión del duro y frío acero del cañón del revolver contra la nuca.
Con los ojos cerrados, el hombre escuchó el breve giro que hizo el barril del revolver hasta quedar en su sitio. El chasquido del martillo percutor anunció que había quedado montado manualmente. Una leve presión del dedo índice en el gatillo sería suficiente para que una bala saliera por el cañón.
(La venganza del taxista. Cuento perteneciente a la obra: El hombre de la bicicleta rosa, y otros cuentos. J. A. Díaz. 2014)
O como en Los pilares de la Tierra, de Kent Follet, que comienza con un ahorcamiento en la plaza pública.
Los hay que critican iniciar una novela con una narrativa descriptiva de ambientes, sobre todo, si es larga, por más bucólicos y originales que le puedan parecer al autor. No obstante, resulta que encontramos novelas exitosas que comienzan atrapando nuestros sentidos de esa manera, y crean el ambiente óptimo para entrar en materia. Porque hay gustos para todo.
El Síndrome de la primera página.
Por lo que yo he leído en los comentarios que dejan algunos lectores de estos decálogos, así como en diversos foros de literatura, particularmente por parte de escritores principiantes, tienen un hecho concurrente. Este resulta ser todos los diversos inicios que piensan y planifican y las posibles combinaciones, sin decidirse por alguna.
La mayoría de estos escritores termina declarando que está con la parálisis del papel en blanco, el que yo llamo el síndrome de la primera página. No encuentran cómo arrancar las primeras palabras de la primera línea, mucho menos el primer párrafo. Ya no digamos seguir hasta completar un primer capítulo.
Sí, ese párrafo mefistofélico que, antes de la llegada del ordenador como herramienta para escribir, fue el culpable de tantas hojas de papel como terminaron en las papeleras de los escritores alrededor del mundo. Cuántos árboles sacrificados inútilmente en aras de la consecución de un inicio de antología, que no era, necesariamente, lo más importante de la novela. ¿Cuántas novelas habrán quedado sin escribir por causa de ese síndrome paralizante?
Un solo consejo te doy.
Yo voy a contribuir, aunque no con un decálogo, sino con un consejo para comenzar a escribir una novela. UN SOLO CONSEJO para arrancar con esa primera página. Es el que a mí me ha funcionado mejor siempre, independientemente de si tenía bien claro el inicio o no. Hasta ahora lo he tenido muy claro en todas, y comenzar a escribir el primer capitulo fue tan igual como comenzar cualquiera de los otros subsecuentes. El consejo es el siguiente:
SIÉNTATE Y ESCRIBE, SIGUE ESCRIBIENDO Y NO TE DETENGAS.
No te detengas hasta que termines el primer capítulo.
Deja de pensar y comienza a escribir
Retrocede y vuelve a leerlo.
Luego continua con el segundo.
Retrocede de nuevo, lee desde el primer capítulo y cuando termines de leer todo lo que llevas escrito sigue escribiendo el que le sigue y el otro y el otro; siempre volviendo a releer desde el principio.
Escribir cada día.
Cada vez que dejes de escribir por ese día, cuando lo retomes al día siguiente vuelve al principio y lee todo de nuevo. Y digo al día siguiente y no cualquier día, porque es indispensable que te acostumbres a escribir cada día, aunque sea un poco. No, no me digas que no tienes tiempo todos los días. Si tienes tiempo para ver las noticias viejas en la televisión o revisar la prensa diaria, también puedes conseguir tiempo para escribir unas líneas cada día o quizás de 500 a 1000 palabras. ¿Te parecen muchas? Hasta aquí van unas 950.
Antes de 1930 los escritores tenían más tiempo para dedicarle a su oficio: todavía no había televisión ni redes sociales.
Sin embargo, no voy a ser necio y cercenarte tus aspiraciones. Está bien, te comprendo, de lunes a viernes no tienes tiempo ni para morirte. No importa, seré indulgente: el fin de semana escribe el doble. El asunto es que escribas. Y te lo voy a poner un poco más fácil:
Comienza por donde quieras, pero comienza.
¿Te parece un proceso largo y tedioso?
Entonces no escribas, déjalo así y dedícate a otra cosa. Porque escribir una novela requiere de tanta concentración, conocimientos, arte y paciencia como las de un relojero.
Si lo que tienes es prisa por llegar a ese fabuloso final que te quema en la mente, ¿cuál es el problema? ¡Comienza a escribir ese final que tienes tan claro y que será tu gloria literaria que se comentará de boca en boca!
¿Qué te lo impide?
¿Quién ha dicho que no se puede comenzar una novela escribiendo el final, el medio o por donde sea? No se trata de la construcción de un edificio, en la que no hay posibilidad de comenzar por el techo ni por los pisos de arriba.
Eso sí, comiences por donde comiences, una vez que empieces no te detengas, mucho menos en tonterías como definir cuál sería la mejor palabra para algo o la descripción de un personaje. Ya tendrás tiempo de eso en las revisiones subsecuentes.
La conveniencia de una buena planificación.
Mi consejo de SIÉNTATE Y ESCRIBE, es válido para que comiences a escribir por donde te parezca mejor, por donde tú lo tengas más claro, que lo anterior y lo que sigue vendrán solos.
De hecho, en mi novela actual (Toda la vida sin ti, Tomo I), que estuve planificando durante algo más de un año y que he comenzado a escribir inmediatamente después de finalizar La rosa de Tánger (y un par de horas antes de meterme con este artículo que estoy escribiendo para descansar), fueron tantos los diálogos que tenía en mente para escenas precisas y muy relevantes, que para que no se me olvidaran los fui escribiendo como notas dentro de mi cuaderno de Trama y escenas. Es una forma como otra cualquiera de comenzar a escribir la novela. ¿No te parece?
Durante todo el largo año que duraron mis investigaciones y preparación para escribir esta novela, resultó que diálogo a diálogo y describiendo con palabras escena tras escena (tal como un cineasta realiza las ilustraciones en su storyboard, para servir de previsualización de la historia y como ayuda para los planos y las tomas), prácticamente tengo la novela lista a retazos. Ahora tan solo tengo que unir este patchwork en un hermoso y enorme edredón o en un gran tapiz.
Lo que me ha llevado más tiempo, durante todo ese año, fue seleccionar las piezas musicales que integrarán lo que yo denomino la banda sonora de la novela. Pero sobre la importancia de la música para mí a la hora de escribir una novela hablaré en otro artículo.
Releer y releer lo escrito.
¿Por qué te aconsejo tanto volver al principio y releer todo lo que has escrito? ¿Todavía no lo has captado?
El hecho de releer, una y otra vez y vuelta a empezar, lo que ya llevas escrito (hasta que te lo sepas de memoria) te irá ILUMINANDO, te irá masajeando las ideas y realizando conexiones relacionales. Ya verás de qué manera tan fecunda comenzarás a añadir, a lo ya escrito, diálogos y situaciones que la historia te va pidiendo a medida que tus ideas estén cada vez más claras. En un momento, ese primer capítulo, que salió casi forzado, pasará de las dos paginitas raquíticas y temblorosas a tener cinco o diez bien sólidas.
Además, el proceso de relectura te irá mejorando las ideas que ya tienes para los siguientes capítulos. Eso cuando no te aporte otros nuevos que tú no tenías previstos; que será lo más probable que ocurra.
Todo tiene un límite.
Parece algo tonto, no obstante voy a aclarar esto de releer desde el primer capítulo. Es obvio que si ya llevas escritos veinte capítulos (que abarcan 300 páginas de una novela impresa de formato estándar de 9″ x 6″, que es el que yo utilizo), si para escribir el capítulo 21 tienes que leerte todo lo anterior se te irá el día en ello y no escribirás nada más.
Leer desde el principio se aplica a los tres, cuatro o cinco capítulos iniciales (dependiendo de la cantidad de páginas de cada uno). Luego será suficiente con leer el último capítulo escrito o desde el penúltimo, antes de seguir escribiendo uno nuevo. El asunto es refrescar en la memoria lo más reciente que has escrito.
De todos modos, cuando des la novela por concluida viene muy bien leérsela completa. Yo voy creando versiones. La primera que escribo es la versión 01.0. (Ejemplo: Amor-en-Tanger_01,0). Cuando considero que la he concluido hago una copia a la que denomino versión 01.1, y comienzo a revisarla desde el principio. Seguramente tendrá múltiples añadidos, eliminaciones, caza de erratas y mejoras. Con cada nueva lectura que comience desde el principio renombro a la versión siguiente: 01.2. Cuando llegue a la 01.9 pasaré a la versión 02.0, la 02.1 y así hasta la 02.9 y paso a la 03.0. Cada cambio en la numeración del primer dígito implica 10 lecturas de la novela completa, con sus respectivas modificaciones, añadidos y correcciones.
¿Quién habla de tener prisa?
Solamente cuando yo logre leer mi novela completa sin sentir la necesidad y el impulso de mejorar un diálogo o una descripción, mover una coma o añadir nada más, es que considero que se encuentra terminada y lista para publicar. Usualmente, como promedio suelo llegar a la versión 04.9, lo que implica que la he leído completa cuarenta veces (más todas las lecturas parciales de la versión 1.0). Tengo una novela en la que llegué a la versión 09.6. De modo que, ¿quién habla de tener prisa a la hora de escribir una novela?
Volviendo a ese primer párrafo del inicio.
Una vez que lleves la novela avanzada, yo te aseguro que ya tendrás bien claro ese inicio que querías y tiempo de sobra para cambiarlo por completo o mejorarlo. Sí, cambiarlo, ¿por qué no? Porque quizás en ese momento te des cuenta de una mejor manera de relacionarlo con el momento del clímax o con una situación importante, lo que le dará mayor fuerza.
Yo he terminado novelas extensas (más de 800 páginas del libro impreso), y luego me he puesto a mejorar inicios y a mover capítulos de adelante para atrás y de atrás para adelante, porque resultó que, de esa manera, le encontré mejor sentido a la historia. Generalmente ocurre eso por causa del surgimiento de situaciones y personajes que no estaban previstos inicialmente, y que fueron saliendo por sí mismos y enriqueciendo la trama, según la novela los iba pidiendo.
De hecho, ya concluida completamente la novela de Amina y Záhir, dos almas gemelas, a punto de subir el primer tomo para su publicación impresa y en ebook en Amazon, decidí cambiar el inicio del primer capítulo y adelantar algo que estaba unas cuantas páginas más adelante. Ello te obliga a reescribir algunas partes para mantener el sentido, por supuesto. También moví algunos capítulos dentro de los cuatro tomos que componen esa novela de casi 3.300 páginas. (Por conveniencia editorial posterior se dividieron y terminaron siendo ocho tomos).
CONSEJO IMPORTANTE:
Aquí es cuando será indispensable que tengas hecha una buena tabla de escenas y otra tabla de personajes, así como una sólida línea temporal, particularmente si la obra conlleva anacronías. En caso contrario resultará que esos cambios terminarán siendo un plato de espaguetis con escenas que concluyen lo que todavía no se ha iniciado, con personajes que salieron de la nada o de otros que se refieren en tiempo pasado a hechos que están más adelante. Ahí es cuando, además de esa línea temporal, vendrán en tu ayuda todas las múltiples relecturas que le fuiste dando a tu novela, porque te sabrás todo de memoria como para volver a escribirla si se te pierde.
La línea temporal resulta vital para todo, particularmente cuando tienes muchos personajes que abarcan años, y tienes que tener muy en cuenta la edad de cada uno.
Hay diversos programas y muy buenos, incluso con base de datos incorporada, creados especialmente para que los escritores planifiquen sus novelas. Yo probé uno; lamentablemente, no se ajustó a mi estilo.
La imagen que sigue es una vista parcial de la original, como un ejemplo de una sencilla tabla de escenas que yo he realizado en una simple tabla personalizada, que utilizo para la planificación de la novela que estoy escribiendo. En la columna de la derecha hiperenlazo internamente con los respectivos diálogos o descripciones más amplias, allí donde ya las tengo listas.
Esta otra tabla es una vista parcial de la que fue realizada para controlar edades y hechos de personajes en una larga línea temporal de más de cincuenta años, en la novela de Faysal Al Akram, El jeque.
Al respecto recomiendo las lecturas de los enlaces que coloco al final.
Esa escurridiza inspiración.
Se ha dicho que la inspiración llega para quien la está buscando, pero que tiene que encontrarte trabajando, no sentado mirando las nubes.
No pienses tanto en cómo comenzar ese primer capítulo de tu novela, comienza a escribir lo que se te ha ocurrido, lo que más rabia te dé de todas las ideas que tienes: es suficiente.
Si caes en el síndrome de la primera página y te paralizas no verás jamás tu novela, ya no terminada, sino ni siquiera comenzada.
Comienza a ir al gimnasio.
No hagas como el individuo, ya cincuentón, que le preguntó al amigo de sesenta cuánto tiempo de gimnasio le había llevado obtener tan buena forma física. El otro le dijo que ya iban tres años de asistencia al gimnasio cuatro y cinco días a la semana. Él cincuentón pensó que eso era demasiado tiempo y requería de mucha constancia. Tres años después, viendo a otros de su misma edad y en mejores condiciones, el hombre se decía que seria magnífico tener aquella forma física. Se lamentaba por no haber comenzado, pero siguió sin comenzar.
En toda situación en esta vida, el tiempo óptimo para hacer algo fue ayer; pero el mejor momento siempre será hoy y ahora, no en un mañana cualquiera.
Que por querer lograr un inicio magistral no te quedes sin escribir nada. SIÉNTATE Y ESCRIBE. Verás cómo el blanco lienzo de la página se va cubriendo de negros caracteres que llenan línea tras línea y completan párrafo tras párrafo.
¡SIENTATE Y ESCRIBE!
Indistintamente de que tu novela termine siendo una grandiosa obra literaria y un éxito de ventas (que ambas cosas no van juntas necesariamente), no lo lograrás a menos de que la termines de escribir. Y para terminarla tienes que comenzar a escribirla… por el principio o por donde sea.
Aclaro que yo parto del supuesto indispensable de que tú ya tienes bastante clara la novela, no que estés pensando qué cosa podrías escribir. No es necesario que la tengas toda completa en la mente o en apuntes, aunque sí la generalidad. Es todo lo que se necesita. Pero comienza, porque no se va a escribir sola.
Dije que iba a dar un solo consejo. Terminé dando algunos más, si sabes encontrarlos.
Para finalizar te voy a poner un ejercicio sencillo. La siguiente frase puede servir tanto para comenzar la primera línea de una novela como para ser la que la finaliza. Piensa en cuántas direcciones te podría llevar si es al principio. Luego considera cuántas tramas podría estar cerrando, si va al final, y sus repercusiones. Yo la utilizo en una de mis novelas, aunque no te diré si es al final o al principio. La frase, dicha por una mujer, es:
—Estoy embarazada.
http://www.gabriellaliteraria.com/planificar-tu-novela/
http://dellapiceroalteclado.blogspot.com.es/2014/10/nanoprep-2-primeros-personajes.html
http://dellapiceroalteclado.blogspot.com.es/2014/10/nanoprep-3-espesamos-la-trama.html
http://dellapiceroalteclado.blogspot.com.es/2014/10/nanoprep-4-definimos-las-escenas.html
Créditos:
Imagen de portada vía:
http://planetadelibrosmexico.com/tag/como-no-escribir-una-novela/
Excelente Alfredo, gracias por tus consejos, me han parecido buenos e importantes, y estoy segura de que serán de gran ayuda.
Mary, me doy por satisfecho si te son de utilidad en algo. A mí me va muy bien haciendo las cosas de esa manera, quizás a otros les vaya mejor de otras.
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