¿Te acuerdas?
Yo, aún recuerdo claramente aquel día,
íbamos por la orilla de la playa
mirando la arena, con la cabeza baja,
como buscando un pretexto
para no decir nada.
Ninguno de los dos habló,
ninguno quería pronunciar las amargas palabras,
rehuíamos el momento;
pero era inevitable,
no se podía prolongar mas;
al fin nos detuvimos.
Recuerdo perfectamente como nos volvimos
quedando frente a frente,
juntos,
solos en la inmensidad de una playa,
solos,
bajo los rayos de un sol huidizo.
Soledad con soledad,
lejanía,
ausencia.
Nos miramos largamente
tomados de las manos,
yo sentía tu presencia,
pero lejana,
perdida ya para siempre.
¿Para qué retardar mas lo inevitable?
No hacía falta nada,
los dos sabíamos lo fútil de las palabras;
la mirada bastaba,
y un soplo en los labios.
Ambos comprendimos
que el momento había llegado,
terminaba el presente,
y después
nada.
Dicen que el tiempo borra huellas,
pero
¿cómo te olvidarías de mi me olvidaría de ti?
Yo sabía que algún día nos volveríamos a encontrar,
no me reconocerías con el tiempo,
y así ha sido.
Has pasado ante mi,
indiferente;
no te volviste a mirarme;
ningún recuerdo se avivó en ti;
tu corazón me ignoró
acostumbrado a la ausencia.
Yo te vi seguir tomada de su brazo,
alegre, risueña, juguetona,
inconfundible.
No me quedó más que seguir mi camino
como aquel día en la playa,
cabizbajo, meditabundo,
con las manos en los bolsillos,
sin rumbo.
Yo lo temía y lo sé,
y ahora…
nada.
Escrito 06-02-1969
Publicado en el Anuario de la Escuela Náutica de Venezuela, octubre 1971, curso 68-71, Promoción Ramo¡ón J. Velásquez.