Psicastenia I

Vida, quietud, exuberancia,
fuego en el aire,
éxtasis en la agonía.

Trémulo parpadeo de otro día que acaba,
final de un tiempo más en la historia,
sutil pincelada púrpura en el horizonte,
venas rotas surcando el cielo,
arando invisible el viejo tiempo.

Todo muda en el cambio,
todo cambia en las sombras,
oscuridad en el éter,
silencio en mi persona.

Cuando el sol oculta su faz tras las colinas,
cuando ahoga su fuego en el mar,
cuando quema sus penas
donde las águilas sueñan;
cuando los vientos se prenden del todo,
cuando las flores prodigan su olor,
cesa el fragor de las gentes
y despierta en mí la vida,
en un parto sin dolor.

Todo sueña en el ambiente,
nadie piensa,
nadie atiende,
todo es paz,
quietud,
amor;
todo cesa,
todo acaba,
todo es silencio,
ilusión.

Vano es ello para mi,
corre el ansia por mi ser
como río que desborda,
como corcel que desboca
y no encuentra prisión,
como volcán que estalla
en espantoso esplendor.

Todo sueña,
no hay hastío,
solo estoy yo, que grito;
pero es en vano,
no hay oídos.

Doy voces en el vacío
y me contesta la ausencia;
busco un fiero enemigo,
alguien que calme mi ansia,
algo que llene mi esencia.

Lucho, batallo, y vencido,
a la luz de las tinieblas
clavo mi espada en la piedra,
pues mi eterno enemigo
soy yo mismo.

Vida, inquietud, exuberancia,
fuego en el aire,
agonía en el éxtasis.

Creado en Abril de 1969
Poema perteneciente a la colección «Una Oración y mi Historia», inscrita en el Registro de la propiedad, Madrid, abril de 2003

Publicado el 5 agosto de 2007 en el artículo titulado El enemigo interno

Nota: los versos destacados en color corresponden al fragmento incluído en mi novela La comunión de los ángeles

 

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