Tengo los ojos cansados de horizonte
y las manos callosas de timón,
llevo el corazón anegado de amores
y el alma curtida por el sol.
Miro a la asfixia azul que me vio nacer
y una ola indiscreta, incontenible,
se desborda por los surcos de mi faz
rompiendo en las espumas de mis años
que hace tanto fueran juventud.
Vuelvo la espalda al pasado
y bato mis cansados remos
hacia el puerto que nunca tendrá mar.
Qué vida llevas, marino,
que te alejas sin dejar
mas que una estela inconclusa
que se borra al pasar.
24-07-1970
Muy buena poesia